El pasado 6 de Diciembre, dando una vuelta por los alrededores de Vitoria, tomamos estas fotografías, y aún no damos crédito a que, a
tan sólo 9 kilómetros de la capital, y
frente al progreso representado por el
Parque Tecnológico, pueda estar sucediendo algo así el año en que, con el Plan E, se han cambiado tantos bordillos y aceras de nuestras ciudades.
Este es el lamentable estado de la
iglesia de Ziriano, en lo que será uno de sus últimos inviernos si no se actúa de manera inmediata. Los edificios anexos están arruinados, y la iglesia nos sobrecoge con sus últimos estertores,
a punto de darse por vencida tras cinco siglos de vida, como un anciano olvidado.
Un día cualquiera, a lo peor este mismo invierno, sus fatigados sillares no podrán resistir más la angustiosa espera de una ayuda que nunca llega y se desplomarán, llevándose consigo las
valiosas pinceladuras del siglo XVI que alberga en su interior: la que es
portada del tomo VIII del Catálogo Monumental de la Diócesis de Vitoria se perderá, como ha sucedido por desgracia con tantos ejemplos de nuestro patrimonio.
En 1950, su vecina iglesia de Betolaza se rendía tras una agonía semejante, pero eran otros tiempos, tiempos de post-guerra. Ziriano ha resistido, sin duda pensando que en los albores del tercer milenio un abandono así sería impensable. Pobre ilusa.
La noche que un estruendo de maderas, piedras y tejas despierte a los dos únicos vecinos que quedan en el pueblo, otro testigo de nuestro pasado habrá desaparecido para siempre, ante nuestros ojos y la
pasividad institucional, a tan sólo 9 kilómetros de nuestras relucientes y recién estrenadas aceras.
Podemos pasar página y mirar para otro lado, culpar a la crisis o al destino, pero
¿no merece la pena hacer algo para salvarla? Nosotros lo queremos intentar. Nos preocupa nuestra historia y nuestro patrimonio.
¡Únete a nosotros y hagamos que el clamor popular haga reflexionar a las instituciones y les haga actuar con urgencia!